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Joaquín Gallegos Lara


Freddy Avilés Zambrano, Historiador

La vida del escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara, estuvo marcada por la adversidad, las letras y la lucha política. Fue el ideólogo del Grupo de Guayaquil y autor, entre otras obras, de la novela Las cruces sobre el agua, que gira en torno a la masacre del 15 de noviembre de 1922. Estuvo vinculado a la izquierda. Gallegos nació en Guayaquil el 9 de abril de 1909. Estaba entroncado por línea paterna con personajes que habían destacado en la medicina, el periodismo, la literatura y otras actividades culturales, además de la militancia política en el liberalismo radical. Y por la línea materna, con la familia del prócer cuencano Abdón Calderón Garaycoa.


Hay dos hechos que jugaron un papel decisivo en su vida y que le sirvieron para forjar su carácter. El primero: nació con una deformación en las piernas, que le impidió caminar. El segundo: su padre murió en 1910, cuando desempeñaba el cargo de secretario de la Gobernación de El Oro, y el pequeño Joaquín contaba con apenas un año. Su madre tomó las riendas del hogar. Comenzó un periodo de estrechez económica, por lo cual se trasladaron a vivir a la casa de un tío. Su aprendizaje fue por esfuerzo propio. Por su inmovilidad comenzó a leer con intensidad y gozo. Recibió clases de francés y de italiano.


A los 16 años inició su aventura literaria. Publicó sus primeros poemas en revistas culturales como Variedades y Páginas selectas y en periódicos de la ciudad. Esas composiciones estaban imbuidas de melancolía, quizá por su admiración por el poeta Medardo Ángel Silva y la llamada Vanguardia modernista de principios de siglo. Se destacaron también sus poemas en homenaje a Guayaquil y sus lugares tradicionales.


Luego abandonó este estilo, para hacer una poesía más reivindicativa y de denuncia contra la injusticia en el agro; o de alto contenido político militante. En 1930, junto con Demetrio Aguilera Malta y Enrique Gil Gilbert publicó el libro Los que se van, cuentos del cholo y montubio. La obra se convirtió en piedra de escándalo en la literatura nacional, por su lenguaje fuerte y castizo. Cada uno de los cuentos era una oda al bravío habitante de los campos costeños, dotándolo de personalidad y características propias.


Los que se van fue un texto colectivo de ruptura y se convirtió en obra cimera de nuestra literatura, al igual que sus autores, que conformarían luego, junto con Alfredo Pareja Diezcanseco y José de la Cuadra, el Grupo de Guayaquil, en el que Gallegos Lara fue una especie de guía espiritual. O como De la Cuadra lo bautizó: un suscitador no solo de los integrantes del grupo, sino de los escritores del país.


La literatura ecuatoriana y los escritores de la época no solo se inspiraron en las corrientes artísticas del momento. La política fue un factor determinante. En lo exterior las luchas agrarias campesinas de la Revolución Mexicana junto a la Revolución Rusa, de 1917, fueron hechos de trascendencia. Y en lo interno, las conquistas sociales producidas por la Revolución Liberal Alfarista y la Juliana de 1925, llevaron a una activa participación y radicalización de las clases medias, lo que permitió formar una intelectualidad signada por el compromiso social y político. Surgieron en el arte y en la literatura los movimientos del realismo social y el indigenismo.


Gallegos Lara fue producto de esa época de emergencia social en el país. Se afilió al Partido Comunista después de su fundación (1931), y llegó a ocupar el cargo de secretario general encargado del Comité del Litoral. No vaciló en ir a la calle a apoyar las huelgas y marchas en contra de los gobiernos de turno. Soportó prisión durante el primer velasquismo. Fue cesado en su trabajo como retaliación política en la dictadura de Páez.


Ejerció un periodismo de denuncia en contra del gobierno de Arroyo del Río, del que fue uno de sus encarnizados opositores. Participó del movimiento insurreccional del 28 de mayo de 1944. Mezcló lucha política y la creación literaria. Un precursor de otros escritores que siguieron ese camino.


A pesar de su limitación física, trabajó en oficios que no estaban a la altura de su capacidad, como inspector municipal de una cantera. De ese trabajo se inspiró para escribir el cuento sobre el amor y el compañerismo La extraña pareja. Se desempeñó como jefe de archivo en el Ministerio de Educación en Quito. Incluso tuvo que trabajar de boletero en la piscina municipal de Guayaquil.


En 1933 contrajo matrimonio con Nela Martínez (1912-2004), con la que compartió la agitación política, las ideas marxistas y la literatura. Esa unión duró poco. En 1935, durante su estadía en Quito, conoció a Juan Falcón, que durante doce años se convirtió en las piernas que necesitaba para trasladarse de un lugar a otro.


A pesar de sus actividades políticas, Gallegos Lara no descuido su pasión por la literatura. Continuó escribiendo ensayos periodísticos y prólogos de libros. Mantuvo su costumbre de escribir cuentos. El último que escribió fue La última erranza en 1946, publicado en México el año siguiente. El relato está impregnado de melancolía y soledad. Es un canto al desarraigo y a la muerte, un vaticinio de su propia desaparición física.


En su producción destacan Los Guandos, una obra que comenzó a escribir en 1935, y estaba basada en los comentarios que le hizo su esposa Nela Martínez sobre la actividad laboral que cumplían los indígenas en la zona de Azuay y Cañar. La obra quedó inconclusa. Treinta años después, Nela Martínez la concluyó, por lo cual es una novela escrita a dos manos. En ella se mantiene la unión de la narración por medio de uno de los personajes, pero en cuanto a su estilo, difiere. Martínez utiliza el subjetivismo para estructurar su relato, dotándole de mayor carga psicológica.


La obra más conocida de Gallegos Lara es Las cruces sobre el agua, que fue publicada en mayo de 1946. La matanza de obreros del 15 de noviembre de 1922 es el acontecimiento central de la novela. Pero más que nada, esta obra es una radiografía de Guayaquil, de las costumbres de su gente, de los gremios de artesanos, de la mujer y hombre del pueblo que luchan a diario por la existencia y que no pierden la alegría. Es la novela de Guayaquil, de los de abajo y de la identidad de una ciudad que Gallegos amó. Con el tiempo se convirtió en una de las obras clave de la literatura nacional.


Gallegos Lara murió el 16 de noviembre de 1947.

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